viernes, 15 de abril de 2011

Continuará...


Llegué a casa con un estrés impresionante. Un día, sólo un día y acabaría los exámenes. Salí al pequeño balcón de casa, saqué un cigarrillo y lo encendí. Un mes y a bachiller. El tiempo pasa muy rápido, pensé. Tenía que mejorar. Suspiré. Miré a un lado y a otro. Nadie. Tan solo el aire, el sol y yo. Cerré los ojos y levanté la cabeza hacia 'el caluroso Lorenzo'. Una calada. El humo desaparecía nada más salir de mi boca. Mi gata apareció de pronto y, al igual que yo, se puso a tomar el sol con los ojos cerrados. Tres meses con mi chico. Sonrío. Otra calada. La muerte pasaba de mi garganta a mis pulmones en tan solo un segundo. Aún así, aquel instante era perfecto. A veces, la soledad no viene mal, pensé. Abrí los ojos y miré al horizonte. El viaje de fin de curso sería perfecto, sobretodo sabiendo que ella vendría conmigo. Mi mejor amiga. Una sonrisa más y, de nuevo, una calada. Diez años juntos ya. Miré nuestro tatuaje. Ese pequeño pero importante símbolo en común. Una abeja pasó por delante de mí y di un paso hacia atrás. Otra calada, por el susto. El cigarro se consumía lentamente, decidí tirarlo. Fui al lado izquierdo del balcón para que al caer no fuese dentro de mi jardín. Y entonces la vi.

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