jueves, 11 de abril de 2013

Mitológico.

Pienso que... pienso que cuando todo se termina, cuando realmente te das cuenta de que todo se ha terminado, justo en el momento en el que tu cabeza ya lo ha asimilado pero tu corazón todavía alberga una mínima esperanza, todos los recuerdos vuelven en flashes. Es como un caleidoscopio de alusiones a su existencia, simplemente vuelve todo aquello, pero él nunca lo hace. Un capricho estúpido, doloroso pero necesario de la memoria cuya respuesta del cuerpo son las lágrimas.

Creo que una parte de mí supo, en el momento justo en que le vi, que esto pasaría. No fue algo que hiciese o dijese, era tan solo una sensación. Una sensación de mezcla de sentimientos que aturdía, pero que al mismo tiempo accionaba algún extraño mecanismo de mi cuerpo y desplegaba mi sonrisa. No sé si algún día podré volver a sentirlo de nuevo. Tampoco sé si debería.

Sabía que su mundo se movía demasiado rápido, que incluso quemaba, pero simplemente pensé: ¿Qué pierdo por divertirme un poco? Quizás él lo sabía cuando me vio. Sintió la inocencia en mis ojos, la saboreó en mi boca. Supongo que simplemente perdí el equilibrio. Cerré los ojos al mundo y me lancé al vacío. Como un suicidio en vida. Como un cáncer invisible.

Pero la peor parte de todo no fue perderle a él, fue perderme a mí misma.