lunes, 23 de mayo de 2011

Las cosas pequeñas también se valoran.


Hace tiempo me leí un libro. Un magnífico libro, os lo recomiendo. El libro trataba de una niña demasiado lista para esta sociedad, la cual, ayudada de una portera con un pequeño secreto, aprende a apreciar el valor de las cosas pequeñas. Hace tiempo, quizá no me fijaría en el olor permanente de mi novio, en el sabor oculto del agua, en las llamas multicolores de una pequeña hoguera, en la textura de la pared o en el sonido que produce tu mano al acariciar mi mejilla.
Tendemos a no valorar las pequeñas cosas cotidianas que se nos presentan, y solo les damos importancia cuando se ausentan.
Jamás celebramos la salida del sol. Solo lo añoramos cuando no aparece en nuestras vacaciones.
Maldecimos la lluvia porque nos obliga a utilizar paraguas. Solo le damos importancia cuando la sequía nos consume.
Si no aprendemos a disfrutar de las pequeñas cosas cotidianas de la vida, que es lo que conocemos ¿Podremos ser capaces de disfrutar plenamente cuando se nos presente algo diferente?
La vida no consiste en esperar a que pase algo grandioso, sino en encontrar la felicidad en las pequeñas cosas de todos los días.

Anímate, vale la pena. No te fijes en que han construido un parque. Si no en las pequeñas gotas de rocío que ha dejado la mañana en él.

jueves, 19 de mayo de 2011

Come on.


Ven. Siéntate aquí conmigo; no ahí, junto a mi. Escucha un momento lo que tengo que revelarte. Mira a los ojos que delineé para hechizarte, quédate viéndolos. Después dejame poner mi mano en tu pecho, con una risa coqueta ; no, no en tus hombros como tu amiga, sino en tu pecho, haciéndote sentir. Dejame acercarme más, dejame deslizar mi peso hasta que mis labios casi rocen tus oídos, deja que la humedad y el cosquilleo de mis palabras te penetren la cabeza. Permite que después de decirte lo que quieras escuchar, permite que me ahogue en tu cuello. Permite que lo descubra, que lo pruebe y lo sienta, que lama tu calor, chupe tu sudor ardiente y bese tus deseos.
Cuando haya incendiado tu temperatura, deja que me sienta a piernas abiertas encima de ti, viéndote la cara. Disculpa el peso, me he alimentado de inseguridad, pero hoy no estoy para dudas. Ahí, justamente frente a frente, deja que te lama la boca y la nariz como vi en una película, o que recorra tus labios con mi lengua como lo vi en una revista. No, no te emociones que todavía me toca mucho por mostrarte.
Estoy arriba tuyo, muéstrame tu cara si te deleito. Dejame moverme, dejame llenar en tu piel la estela de mi sensualidad y feminidad. Si, ya no estoy siendo delicada, ya te agarre del pelo con violencia, ya necesito que me dejes morderte. Ya suelta tus manos, ya recórreme. Deja la distancia, húndete en mi pecho y en mi escote, para algo estaba ahí estaba invitándote. Respira mi perfume, llévame al éxtasis y besame completa.
Toma cartas en el asunto, túmbame de encima y móntate tú. Muéstrame como pretendes que no te olvide. Te desnudo y deseo ser parte de tu abdomen, de tu fuerza y virilidad, deseo que me hagas gritar tu nombre. Te quito de encima, para lamerte completo, para quitarte esos blue jeans rasgados y quitarme todo desde arriba, para que me admires y desees más. Ahora solo para mi, te rasgaré las entradas, te desgarraré el pelo, te obligaré a agarrar aire; te tiraré contra la cama, la ducha, el piso, te haré daño nada más para volverte a tener.
Finalmente, deshazte de las sábanas, agárrame completa y nada más por mis caderas, no te detengas. Quiero estar dentro tuyo, de a poco, para sentirlo acrecentarse a la medida que te unas a mi. Nunca despegues tu mirada de la mía, obligame a chillar y a gritar, obligame a agarrarme de algo, sujeta mi pelo y empápame de sudor. Cada vez que ruegue por más, no dudes, hazme que el dolor se transforme en placer. Inúndame el cuerpo ti, muéstrame lo que puedes hacer, sujétame y dejame sin aliento.

lunes, 9 de mayo de 2011

Deshojando margaritas.


Por fin llegó la noche . Se ató las zapatillas bien fuerte por si había que correr, cogió la pequeña mochila con sprays y se dirigió al lugar donde habían acordado. Tuvo que andar bastante rápido, llegaba tarde. Allí estaba él, esperándola a la vez que miraba su reloj impaciente. Ella se paró un instante para observarlo desde la cera de enfrente. Pero no se paró porque su cabeza lo dijese. No, su corazón lo pedía a gritos. Era realmente guapo, el prototipo de chico que ella siempre había buscado. No lo había dicho, pero le ponía bastante. Él levantó la cabeza y la vio.

-¿Qué haces? No hay tiempo que perder.

Juntos se dirigieron a la gran pancarta. Esa que días atrás ella había visto y le había venido una gran idea a la mente. Solo por verle, por parecerle interesante, para que se fijase en ella...
Colocaron la escalera y ella subió. Su trazó era firme y decidido.

-Todo el mundo lo verá mañana, y haremos historia -dijo él cuando bajó. Sonrieron.