jueves, 26 de abril de 2012

Esta noche.


Acabando el sol y entrando la luna, recuerdo las promesas que una noche nos dijimos, de mi boca a tu oído llegaban todas las palabras que no nos escribimos, verdades vueltas falsedades con el tiempo, miradas que no se repetirán, momentos de felicidad fugaces que caen en la oscuridad de la noche precedida por luces de ausencias. Este instante de llorar sin lágrimas, de querernos sin sentir, es incluso más nocivo que el pasado y es destructor movimiento hasta nuestro presente que nos obliga a vivir juntos esta noche de soledades.

 

martes, 24 de abril de 2012

Cartas.

Yo, que nunca estaba seguro ni de la hora que era, asentí con la convicción del ignorante. Me quedé viéndola alejarse por aquella galería infinita hasta que su silueta se fundió en la penumbra y me pregunté qué es lo que había hecho.

Abrí el sobre y extraje la carta, una lámina de color ocre nítidamente doblada por la mitad. Un trazo de tinta azul se deslizaba con aliento nervioso, desvaneciéndose paulativamente y volviendo a cobrar intensidad cada pocas palabras. Todo en aquella hoja hablaba de otro tiempo: el trazo esclavo del tintero, las palabras arañadas sobre el papel grueso por el filo de la plumilla, el tacto rugoso del papel. Alisé la carta sobre el mostrador y la leí, casi sin aliento.

Quizá me quería, a su manera, como yo la quise a ella, a la mía. Pero no nos conocíamos. Quizá porque nunca la dejé conocerme, o nunca di un paso por conocerla a ella. Pasamos la vida como dos extraños que se han visto todos los días y se saludan por cortesía. Y pienso que quizá murió sin perdonarme.

domingo, 15 de abril de 2012

Solo creo en amores de una noche.

-¿Por qué tienes remordimientos?
-Por las cosas que hago.
-¿No te ha pasado nunca, que mientras haces las cosas, sabes que estás haciendo mal pero aún así en ese momento no puedes corregirlo?
-Exacto.
-Es algo horrible porque eres consciente en todo momento pero no puedes pararte a ti mismo. Como si fueras espectador de otra vida que, en realidad, es la tuya.
-Quizá la culpa de no encontrar alguien para mí sea mi estúpida manera de ver las cosas. Quizá sea mi visión de chico perfecto, no sé, no busco un puto principe azul, ni si quiera me importa que se acuerde de mí a cada segundo. Solo pido un poco de atención, que mi voz interior me diga que soy más especial que las demás. Aunque sea un poco.